jueves, 4 de marzo de 2010

Y luego le hemos preguntado a nuestra amiga Carmen Fernández qué considera que es un lenguaje sexista y cómo puede ayudar a la igualdad un lenguaje no sexista.
Carmen contesta lo siguiente:

Roma, 199... d.C. Un alumno cómplice me dirige la siguiente pregunta: "Carmen, ¿las grandes obras de Roma fueron construidas por los esclavos?
Antes de que pudiera contestar, me espeta: "¿O, mejor dicho, por el esclavado?"

Obviamente, aquello se convirtió en clave personal para un grupito durante el viaje y hasta hoy. Viene a cuento por lo del uso, abuso, mal uso y destrozos varios, por no mencionar los abandonos, que también vienen a ser desidia y maltrato de esta consecuencia azarosa de la evolución: el lenguaje.
El lenguaje que es derroche y nombra, señala lo concreto y sugiere lo imaginable, dignifica o hunde, hace visible lo invisible, y viceversa... ¿para qué fuimos a ver los múltiples Harrys Potters?, menuda magia que tenemos en la punta de la lengua a cada momento.
Y así, entrando en materia, ¿qué problema hay en nombrar a las mujeres, las niñas, las alumnas, las profesoras, las madres, las hijas, las juezas, las médicas, las jefas, las conductoras, las ingenireas, las pintoras, las taxistas, las....?
Porque cuando se hace referencia a quienes componen el Cuerpo de la Guardia Civil, pongo por caso, servidora no se siente aludida. De forma paralela y semejante, servidora tampoco se siente aludida cuando se nombra a los profesores, padres, historiadores..., aunque se haga en un contexto en el que supuestamente se me incluya. Nones. Non. Nain. Niet. Vamos, que no.
Que resulta una fatiga y hasta cacofónico (malsonante, para entendernos), determinadas palabras en femenino y masculino, pues sí. Sólo hay que poner el oído en determinadas ocasiones para abominar de quien sistemáticamente alude a “los” y “las”, y que tomen fuerza los argumentos que afirman eso del párrafo anterior, lo de que el masculino incluye el femenino o, mejor todavía, que es neutro. Que cualquier divinidad me libre de meterme en entresijos filológicos, pero voy al cogollo: “el masculino incluye al femenino”, sólo de trasladarlo a un concepto pelín más abstracto se ponen los pelos como escarpias... Y lo de considerar “neutro” al masculino, ¡venga ya, si neutro no hay más que algún jabón de manos y eso de chiripa!
En nuestro idioma -tan acogedor él- sí que existen palabras realmente integradoras, no muchas, pero valen como referencia y portales que pueden conducir a invenciones hermosas, que para eso el lenguaje es dinámico y no una cosa al borde de la putrefacción. Si se puede usar alumnado, profesorado,familia, estudiantes, personal de limpieza, sanitario, de administración, etc, tampoco es que sea especialmente cansino para quien emite ni para quien recibe (ojo al hábil “quien” en lugar “del que”, si es que esto no es más que cuestión de algo de entrenamiento), a la par que permite aludir a la totalidad y más allá, que diría el sabio juguete.

Carmen Fernández es profesora de Historia en el "I.E.S. Juan de Mairena"

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