miércoles, 3 de marzo de 2010

Antonio Sánchez es profesor de Química y un experto viajero que ha recorrido medio mundo; como es bastante listo y no se le escapa una, le preguntamos cómo ha visto en esas excursiones suyas la situación de las mujeres. Y nos contesta:


Mi amigo Germán me ha pedido que cuente mis impresiones, tanto en otros países como en España, de la desigualdad entre mujeres y hombres. Es indudable que la situación en España, desde que tenemos sistema democrático ha cambiado mucho:
En mi niñez, una mujer casi reducida a su papel de esposa y ama de casa, que no era bien vista sola en bares, discriminada por el simple hecho de llevar pantalones o de fumar, que incluso era discriminada en la iglesia católica, obligándola a llevar velo en la misa, permitiendo en la iglesia una separación entre sexos sutil pero no menos vejatoria (las mujeres, con su velo, delante, los hombres atrás..). A pesar de todo ello, hubo toda una generación de madres fuertes que desde el hogar, sobreponiéndose a pobreza, malos tratos en no pocas ocasiones, adversidades, tuvieron claro que sus hijos e hijas debían de superar aquella situación y, gracias a las cuales, muchas de las mujeres y hombres de mi generación hemos podido estudiar, y muchos de ellos y ellas estamos ahora en profesiones y puestos casi inimaginables en la época, donde el acceso al estudio era sólo de unos pocos y mejor hombres que mujeres.

De ahí pasamos a la actualidad a una situación bien distinta. Desde el punto de vista legal no hay discriminación ninguna, aunque en la calle la realidad para la mujer, mucho mejor que antaño, dista bastante de ser la ideal: a pesar de todo, el doloroso “goteo” de muertes de mujeres a manos de sus parejas, las órdenes de alejamiento que no se cumplen, esa violencia larvada de la sociedad que empieza por el “empujón jugando” y que termina en violencias más serias, de las cuales la mujer es víctima preferente, el triste papel de bastantes mujeres casadas, trabajando fuera y trabajando dentro del hogar sin apenas ayuda, la todavía escasa representación en órganos de poder de distinta índole de la mujer, el alarde machista destilado gota a gota a diario por algunos maridos en presencia de sus hijos, etc.

En otros países “civilizados”, estos problemas, aunque lejos de solucionarse, al menos son combatidos desde más tiempo, lo que hace que la situación de la mujer sea menos discriminatoria.

Sin embargo queda la mayoría de los países, en África, Hispanoamérica, etc., prácticamente olvidados por nosotros donde la mujer no sólo es discriminada y vejada a diario sino que también es víctima de haber nacido al otro lado de un río, al otro lado de un mar, que separa implacablemente el mundo rico y el mundo pobre. En estos países, repito, olvidados por nosotros (quizá excepto si ocurre un terremoto o en los días próximos a la Navidad), además de soportar la losa de la extrema pobreza, la vida de la mujer es mucho más atroz, en una situación que no ha cambiado en siglos, donde a diario se cometen impunemente delitos contra ellas (y contra ellos) que no merecen ni un minuto en los noticiarios ni un triste debate en escuelas o en institutos, porque en sus países no los hay. Si el viajar por esos países me ha enseñado algo es que esos ojos espantados de las madres pidiendo comida o dinero para sus hijos, esos ojos espantados de niñas y niños que te abordan por la calle pidiendo lo que a ti te sobra, sumidas y sumidos en la ignorancia y en la incultura sin remedio, son algo más que cifras y fotos en los noticiarios, sino que son personas que merecerían al menos que pensáramos en ellas por unos instantes y no redujésemos el debate sobre la mujer a la triste frontera de los países que se autodenominan “civilizados”.
Antonio Sánchez es profesor de Física y Química en el “I.E.S. Juan de Mairena”

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